Ahora estoy aquí, sentada, en una habitación vacía, con un ordenador sin internet. Hace sol y la ventana está abierta. No puedo subir mucho el volumen de la música, la gente se quejaría, y sería un jaleo. Vaya vida, vaya jaleo mental. Tengo una mochila llena de duda, dentro de una habitación desordenada, de una casa que apareció de la nada y un corazón roto. Pero no está roto de amor, en realidad se fue rompiendo solito con el tiempo. Ya es Marzo. El tiempo pasa deprisa y seguramente no me habré olvidado aún de ningún día de mi vida. Cuanto más pretendemos olvidar, más nos acordaremos de ello. No quiero olvidarme de nada, porque sino no tendría pasatiempo para rememoriar todos los días de las cuatro estaciones, aunque como está ya el mundo, cinco estaciones.
He escrito un libro sobre una chica llamada Amy, ella se siente mal todo el tiempo, y lo está descubriendo. Quizás se parezca a mí. Sólo voy por el principio pero no se me ocurre que poner en el nudo. ¿Alquien me ayuda a continuar la historia?
he estado meditando sin relojes al lado y me he acabado cansando del tópico ``tengo muchas preguntas y ninguna respuesta``. Yo ni siquiera tengo preguntas, porque nadie las escuchará, ni responderá ni leerá.
Me siento indiferente aquí. Nosé que hago aquí. Nosé cómo ha ocurrido todo. No he encontrado la raiz del asunto, ni si quiera he llegado a ninguna conclusión. Todas las mañanas suena el despertador de todos los años, y el único interés que tengo es que llegue el fin de semana para poder tirarme al vacío aunque sólo sea un día. Tengo que esperar a ir a un centro cívico a coger wifi, ya que en mi casa es imposible.
Cada canción tiene una historia y cada escritura un sentimiento, aunque caeremos en la cuenta que todo lo que ocurre no es verdad. La realidad está a unos pocos años de aquí. Nosé como terminar esto. Dejemos si la vida puede terminarlo por mí.