Lo que más duele de esta sensación es ir poco a poco dejando los días atrás, que el minutero del reloj se ría de ti a medida que ves la aguja de los segundos pasar, y que lo que hay en tu cabeza sea permanente.
Creo que hoy ha sido un buen día, y que no terminé de darme cuenta de que el fresco de Septiembre empezó el día catorce desde mi bajada del avión sin maletas.
Parece completamente mentira que hace menos de cuarenta y ocho horas haya estado contigo, cerca del desierto y no hayas sido capaz de explicarme como has conseguido estar feliz con tan poco mientras yo me pudría en casa. Las letras de tus canciones lo decían todo, y cada foto que me enseñaste con ella me dió a entender lo mucho que me estuve perdiendo, de hecho me prometiste que para dentro de un tiempo podríamos ir allí, a cantar y hacer esas esperadas fotos que estarán en tu agenda y en ese álbum de la inalcanzable estantería.
Ha sido divertida la estancia, sinceramente aprendí mucho de vosotros dos sin que me dijérais nada. De lo que me contábais saqué conclusiones. Aprende más el que escucha que el que habla.
Verás, no eres nada formal. Me había olvidado completamente de cosas que sucedieron. Ahora me toca despdirme de ti, hasta dentro de mucho tiempo, o poco. Hasta que el teléfono suene. Supongo que no me habrás deseado suerte en persona para que pueda seguir con vida estos próximos meses, si supieras que tengo una nube de lluvia tronándome en la cabeza me habrías dado más que llamadas.
Hemos hecho bastantes cosas, ha sido entretenido ¿verdad? Ahora se me cruzan más flashes por la cabeza.
Te mentí al principio, en mi opinión creo que lo que más duele es recordar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario